Al llegar febrero todo es alegría… Es como si la canción se hubiera compuesto o se interpretara pensando en La Vega.
Es en el Carnaval actividad donde se desbordan a plenitud todas las manifestaciones folclóricas y culturales de este pueblo cibaeño.
El Carnaval de La Vega, como todo el carnaval dominicano, tiene influencia de los carnavales de las Carnestolendas de España, y el fuego y el agua, de los países fríos, así como de nuestra herencia africana.
Los historiadores ubican el 1510 como el año cuando tuvo su inicio el Carnaval en la Vega., se trató de una recreación de moros y cristianos que hiciera el clérigo Álvaro De Castro.
Yanio Concepción, otro estudioso de las costumbres y tradiciones veganas, explica los elementos característicos del carnaval.
La careta del diablo cojuelo puede representar la típica cara del diablo europeo, una cabeza de animal o escapar hacia el mundo de la fantasía para representar facciones antropomorfas; ella es fea y bella, terrorífica bondadosa, seria y alegre, pero más que nada es burlona).
Con respecto al disfraz nos señala que (consta esencialmente de un pantalón ancho ajustado a los tobillos; una camisa ancha de grandes mangas, que se ajustan en la cintura y en las muñecas, terminando abajo en una faldilla, un capuchón que es denominado galacha, el cual cubre la cabeza y cae por la espalda; estas prendas son confeccionadas con la tela brillante y cosidas en éstos cientos de cascabeles, una careta para cubrir la cara y una vejiga para golpear.
Los diablos cojuelos adoptan diferentes nombres de acuerdo con el lugar. Por eso en Cabral se les llaman Cachúas; en Montecristi, Toros y en Cotuí, Papeluses.
El folclorista Fradique Lizardo, ya fallecido, (citado por Mario Concepción) abunda sobre las caretas de los diablos, y al respecto dice: (las caretas son muy bien hechas; es en esa ciudad .
(La Vega) el único lugar en que se encuentran caretas móviles, o sea, que hacen que la mandíbula se mueva y aparezcan los dientes)El más popular de los careteros veganos fue Felipe Abreu, quien no solamente trabajó para sí mismo, sino que se convirtió en el maestro forjador de la mayoría de los que se disfrazan.
Es en el Carnaval actividad donde se desbordan a plenitud todas las manifestaciones folclóricas y culturales de este pueblo cibaeño.
El Carnaval de La Vega, como todo el carnaval dominicano, tiene influencia de los carnavales de las Carnestolendas de España, y el fuego y el agua, de los países fríos, así como de nuestra herencia africana.
Los historiadores ubican el 1510 como el año cuando tuvo su inicio el Carnaval en la Vega., se trató de una recreación de moros y cristianos que hiciera el clérigo Álvaro De Castro.
Yanio Concepción, otro estudioso de las costumbres y tradiciones veganas, explica los elementos característicos del carnaval.
La careta del diablo cojuelo puede representar la típica cara del diablo europeo, una cabeza de animal o escapar hacia el mundo de la fantasía para representar facciones antropomorfas; ella es fea y bella, terrorífica bondadosa, seria y alegre, pero más que nada es burlona).
Con respecto al disfraz nos señala que (consta esencialmente de un pantalón ancho ajustado a los tobillos; una camisa ancha de grandes mangas, que se ajustan en la cintura y en las muñecas, terminando abajo en una faldilla, un capuchón que es denominado galacha, el cual cubre la cabeza y cae por la espalda; estas prendas son confeccionadas con la tela brillante y cosidas en éstos cientos de cascabeles, una careta para cubrir la cara y una vejiga para golpear.
Los diablos cojuelos adoptan diferentes nombres de acuerdo con el lugar. Por eso en Cabral se les llaman Cachúas; en Montecristi, Toros y en Cotuí, Papeluses.
El folclorista Fradique Lizardo, ya fallecido, (citado por Mario Concepción) abunda sobre las caretas de los diablos, y al respecto dice: (las caretas son muy bien hechas; es en esa ciudad .
(La Vega) el único lugar en que se encuentran caretas móviles, o sea, que hacen que la mandíbula se mueva y aparezcan los dientes)El más popular de los careteros veganos fue Felipe Abreu, quien no solamente trabajó para sí mismo, sino que se convirtió en el maestro forjador de la mayoría de los que se disfrazan.
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