El culto a la Virgen de la Altagracia se inició temprano el siglo XVI en la isla de Santo Domingo, tanto en la Capital como en la villa de Higuey, celebrándose el 15 de agosto como el día principal de su culto, el que debía efectuarse en Higuey.
De acuerdo a las tradiciones, era el lugar donde Dios quería que ella estuviera y no en la ciudad de Santo Domingo como en algunas ocasiones se pretendió.Desde Higuey, pasado el tiempo, el cultos se fue extendiendo hasta convertirse en nacional y forma parte de la identidad de los dominicanos.
La explicación más socorrida tiene relación con la batalla de la Sabana Real o de la Limonada, próximo a la llanura del Guarico y fue a partir de esa batalla cuando el culto comenzó a ser parte de la cultura religiosa de toda la parte Este de la Isla.
Los franceses, desde el siglo XVII combatieron por el control de los territorios que una vez fueron despoblado en 1605 y 1606. Desde mediado de ese siglo se habían apoderado de la isla la Tortuga y de territorios de lo que ellos llamaban la “Isla Grande” (Isla de Santo Domingo)
Con el tiempo y debido a la imposibilidad de España controlar esos territorios, los ingleses primeros, en 1655, y los franceses desde 1689 se habían decidido por el control total de Santo Domingo, apoderándose de Santiago y otros territorios, provocando que el gobernador y capitán general Ignacio Caro organizara una columna al mando de Francisco Segura y Sandoval.
Se hicieron los preparativos militares en la Sabana Real, y utilizando el factor sorpresa los españoles-dominicanos vencieron a los franceses, el 21 de enero de 1691.
Se cuenta, que estando los españole en desventajas, y siendo la mayoría de los que formaban las milicias provenientes de la zona de El Seybo e Higuey, estuvo presente la fe que profesaban en la Virgen de la Altagracia, pues ellos eran practicantes del culto altagraciano.
Antes de entrar en el combate que se inició temprano en la mañana, los españoles-dominicanos imploraron la ayudad de la Virgen de las Mercedes y la protección de la Señora de la Alta Gracia, para que por su gracia los ayudara a salir victorioso.
Como el triunfo fue favorable a los españoles-dominicanos, aun siendo minoría en cantidad de soldados, pertrechos y adiestramiento militar, se entendió que ese triunfo sólo era posible por la protección de la Virgen de la Altagracia, consagrándose desde 1692 que el 21 de enero y no el 15 de agosto era el día más propicio para dar las gracias por su valiosa ayuda.
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